lunes, 12 de noviembre de 2018

Contra la guerra


Me interesa la fotografía antigua, cómo no, y en concreto la que nos muestra la España del siglo XX, lo que permanece, lo que se fue para siempre, incluso lo que nunca existió, porque ocurre que el fotógrafo retrata realidades al tiempo que ilusión, ficciones y fingimientos.

Tuve la gran suerte de asistir y ver detenidamente la exposición que la Comunidad de Madrid dedicó a Santos Yubero, en el 2010, y poder comprar, además, el catálogo, un libro maravilloso que a las imprescindibles fotografías añade la mejor síntesis de la historia de España en el siglo XX que puede encontrarse, escrita por Publio López Mondéjar en la "Introducción".

Ante nuestros ojos, en nuestras manos, desfila la vida española de 1925 a 1975, en todas sus facetas, las imaginables y las no imaginables, como guerra y posguerra. Y de esta posguerra me conmueve especialmente la fotografía que incluyo aquí y su pie de página:


























"Aurora Vega, madre del cabo de la División Azul, Nemesio García Vega, muerto en el frente ruso, con la Cruz de Hierro impuesta por las autoridades alemanas.
24 de marzo de 1942."

Porque esta madre impresiona y duele, porque se asomará a la novela que escribo, le dedico estas palabras:


"Vieja de años. Vieja de pena vieja.

Pañuelo a la cabeza, jersey espeso bajo un vestido sin forma ni color, gastadamente oscuro. Toquilla de lana, gesto de quien quiere agradecer y no puede. Un antiguo consuelo, la medalla de la Virgen del Carmen, ahora un redondel de oro al final de una cadena torcida.

¿Para qué quiere la Cruz de Hierro? ¿Qué va a hacer con ella? ¿Qué, sino arrojarla al fuego? Si tuviera fuego para poder calentarse.

Le ha dicho un oficial cargado de chapas "No llore, mujer, que su hijo fue un héroe" y otro "Señora, ¡cuántas madres quisieran!", pero ella, que se sabe ignorante y humilde, ajena a toda gloria, solo quiere abrazarlo, abrazar su cuerpo, besarlo aunque fuera frío y roto y muerto. Se fue un hijo, vuelve una cruz remota, de cuatro patas iguales y negras, con una esvástica clavada en el corazón.

Se agarra a un paquete de cartas mal envuelto en papel de periódico, cartas que no recibió a tiempo, que no puede, no sabe leer, que tal vez no se atreva nunca a pedir que le lean, mejor no oír las palabras del hijo cuando ya no hay hijo.

Llanto seco, llanto mudo, "Sonría, mujer, sonría, que le vamos a hacer una foto".

Gesto de quien quiere obedecer y no puede."


(Martín Santos Yubero (1903-1994) fue un reportero madrileño que registró la vida española en magníficas fotos, llamando principalmente la atención, en su obra, las correspondientes a la primera posguerra, "los años de penitencia").

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