martes, 3 de marzo de 2020

Pasmos y enigma de Palermo





Pasear por las calles de Palermo supone interrogarse una y otra vez sobre las puertas, abiertas o cegadas, en muros antaño monumentales; saltar de uno a otro enigma inserto en costanillas y callejuelas; preguntarse quién se asoma a ese balcón sin cuerpo, ya mero voladizo; a quién pertenecieron muñecos y sillones y si alguna vez la seda lució brillante y sin arrugas.

No es que toda la ciudad se caiga de vieja, pero esa es la parte que más me atrae, con palacios olvidados, comercios que apenas lo son y mercados al aire libre de frutas y peces sorprendentemente frescos extendidos entre arcos que se desmoronan: sobrepasas un cúmulo de alcachofas moradas goteantes de rocío y entras en el atrio de una iglesia que algún día debió de ser grandiosa.

Exvotos de latón, eccehomos en urnas, maravillosas y omnipresentes decoraciones escultóricas de los hermanos Serpotta, que dominaron el secreto de la escenografía barroca en blanquísimo estuco. Y en las calles, patios y vicoli, altares modestos cuidados por... ¿Quién elabora, quién cuida esos altares mínimos cargados de fe? Docenas de incógnitas se suceden ante el forastero, ante mí, que paseo sorprendiéndome a cada paso, elevando a categoría de enigma aquello que desconozco, y desconozco tanto...

Quizás el más hondo enigma, el único tal vez, sea este: ¿Qué parte del paisaje urbano de Palermo se debe a la acción de la Mafia? Quedan a la vista huellas púnicas, griegas, romanas, normandas, bizantinas, árabes, españolas, novecentistas... Con todo su abundantísimo patrimonio artístico. Y el mar, el puerto, el monte Pellegrino, pero ¿cuánto de lo que vemos ha surgido de la Cosa Nostra? Sin duda se ha implicado en la construcción privada, en obras públicas, servicios de limpieza, en la muy rentable protección obligatoria. Más todo lo que no llego ni a imaginar.

Una guerra feroz asoló Sicilia en los años noventa, hiriendo especialmente a su capital. Pero ya pasó, no aparece en las noticias, no suena, no se ve... Aunque, ya se sabe: el mejor truco del diablo ha sido convencernos de que no existe.

El deterioro no resta nobleza y la belleza de la Fuente Pretoria, con sus numerosos habitantes de mármol, pide una visita.
Clamar contra el Estado en Sicilia es apoyar a la Mafia, todo el poder que el Estado pierda lo detentará la Cosa Nostra. Y si alguien duda de sus nefastos efectos, que lea e investigue un poco.
Nunca he visto "mercado de pulgas" tan pulgoso como el de Palermo y, sin embargo, tan singular y vivo: un paraíso para fotógrafos, sobre todo para aquellos que, como yo, estamos tocados del amor al "arte póvera" y al "objeto encontrado".
Ni la pobreza ni la ruina implican, en este altar, abandono; cualquier mañana aparecerán flores frescas.
Santa Rosalía forma parte de la vida cotidiana de Palermo. Altares, referencias, oraciones y unos ruegos muy acertados ("Santucha, libéranos de la inmundicia, de la ignorancia, de la incivilidad"). Joven, bella, virgen, mártir, con una calavera y un libro, y santuario en una gruta de monte Pellegrino.

El puerto de Palermo, razón y origen de la ciudad que creció alejándose del mar, como ha ocurrido en numerosas localidades mediterráneas. Pero aun así, mantiene barrios con brisa y gaviotas.

Mercado del Capo


Ruina, prosapia pretérita, estética actual.
No dudo de la utilidad ni de las razones científicas de esta cura de esparadrapo en un capitel, pero solo he visto tal cosa en Sicilia.
Un parque infantil, en Palermo. Yo tampoco lo entiendo. Juro que no se trata de ningún montaje fotográfico, es así, tal cual, ¿para que los niños se vayan acostumbrando?



"Contra toda forma de violencia". No puedo dejar de recordar a Leonardo Sciascia, quien, en "El día de la lechuza", por mencionar una de sus obras, hace responder a un personaje perteneciente a la "bella cosa":  "¿La voz pública?... Pero ¿qué es la voz pública? Una voz en el aire, una voz del aire: y lleva calumnias, difamación, viles venganzas... Y, además, ¿qué es la mafia?... Una voz también, eso es la mafia: que existe todos lo dicen, dónde está, nadie lo sabe..."










14 comentarios:

  1. Fantástico,lo explica de una forma que parece que yo también he estado alli

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  2. Fco. Javier Palma4 de marzo de 2020, 1:03

    Muy bien contado Josefina y fotos buenísimas.

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  3. Qué agradable! Gracias. Los altares en las calles, esa sensación de quién los cuidará, es la misma que yo sentí viendo esas capillitas budistas en algunos países orientales

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  4. Me encanta Palermo, Josefina Y lo clavaste

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  5. Contigo se viaja, se viaja de otra forma, de fuera a dentro, de dentro hacia afuera. Gracias, Josefina, gracias.

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  6. Gracias, Josefina, me ha encantado tu entrada. Las preguntas que planteas se pueden aplicar a varias ciudades del mundo... Mucho que pensar. Tu mirada crítica es refrescante y necesaria.
    Besitos, amiga

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  7. Fantástico relato Josefina, lo vas contando de tal forma que parece que estemos allí, con ese edificio atado para que no se caiga, imagino. Un placer leerte

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  8. Me alegro de que disfrutéis con mi trabajo, pero si queréis que yo sepa quiénes sois, añadid el nombre, por favor, que este engendro de Google es muy aficionado a considerar desconocido a todo el mundo. Gracias.

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  9. No sé si podéis ver mi nombre en el comentario anterior, pero a mí me lo notifica como comentario de "Unknown", ¡el colmo!

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  10. Que buenos recuerdos, querida Josefina. Que sigas disfrutando y compartiendo . Victoriano

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