Habitualmente fotografío lo que me llama la atención, lo que me ronda por la cabeza, lo que me sorprende o lo que me intriga; rara vez me propongo un reportaje. Algo semejante me ocurre cuando viajo, no pretendo fotografiar lo monumental notable, por mucho que lo admire, prefiero seguir mis caprichos personales, arrebatos y afinidades.
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Estos "visillos" me sugieren una atmósfera intimista, aunque realmente sean plásticos que protegen del yeso de las obras en la catedral de Palencia. |
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Cristaleras de Aguilar de Campoo |
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Y de Palencia capital |
De mi viaje a Palencia, o más exactamente al románico palentino, organizado por el Centro Artístico a primeros de mayo, volví con una serie de demonios nuevos para mi colección (podría llamarse así mi afición a determinados iconos católicos y ortodoxo bizantinos), porque no hay dos satanases iguales.
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Hasta da pena |
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Vienen volando y los hay de todas clases, hasta una demonia con las tetas al aire |
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Castillo encantado |
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Cuevas misteriosas |
El Mal tiene cara y cuerpo propios, pero encarna siempre en figuras diferentes, muy variadas; con suerte, reconocibles, pues mucho peor es que el Mal adopte los rasgos del Bien, y viceversa. En la realidad ocurre, pero no en una iglesia. La impostura moral precisa un dominio nada frecuente de las técnicas artísticas y además confundiría a los fieles; atengámonos, pues, al demonio tradicional, medieval, feo; quede la belleza malvada para siglos posteriores, para Milton y todo un séquito de pecadores exquisitos y literatos rebeldes que florecerán, principalmente, a partir del siglo XIX.
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Piedra caliza tallada por manos angélicas |
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Un Santiago peregrino y sabio, puesto que no blande una espada sino un libro. |
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Un Santiago espiritual y guapo |
El demonio malo, rudo, con un punto risible, ese es el que encontrado en las iglesias románicas, y aun en las góticas, en mi viaje primaveral a las tierras de Palencia. Un maligno que debe dar miedo, pero no tanto que desaliente a los cristianos haciéndoles temer una derrota moral inevitable.
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La soberbia de todo Pantocrátor que se precie, también presente en este de Moarves de Ojeda, encarnado en piedra roja o más bien piedra que el tiempo y los meteoros han enrojecido. |
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El demonio de la España abandonada |
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Esa piedad que raya en crueldad |
Mefistófeles no ha pasado por las iglesias ni monasterios románicos; quizá las encarnaciones del Mal más ambiguas, más oscuras, se den en forma de Pantocrátor soberbio, de santos que han olvidado el llanto y en las crucifixiones crueles que se regodean con sangre y clavos. Y en las gárgolas, tan cercanas al dominio de Nosferatu; por cierto, qué firmes creyentes los vampiros, qué mayor prueba de fe en la cruz que esfumarse a su vista. Si los cristianos tuvieran una fe análoga, a la vista de la cruz se volverían invencibles.
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¡Cuidado! Un diablillo se esconde bajo la cornisa. O tal vez solo busca la sombra. |
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Ignoro qué diablo inspiró la matanza de los inocentes, pero diría que sigue en activo. |
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¿Un simio? ¿Un ser en transformación? |
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¿De dónde sale la cabeza? |
Quizá colecciono iconos religiosos porque me gusta el arte fantástico; pertenezco al mundo barroco, expresionista, a las pinturas negras y al fatalismo romántico; a las peñas que se quiebran y a los guerreros encantados; aunque también aprecio las campiñas suaves, los trigos matizados de ocre, la luz cambiante... Y los ángeles, incluso los mofletudos. Y de todo he traído en mis fotos. Eso me propongo en esta entrada de blog: compartir algunas imágenes de mi viaje por Palencia, sin ánimo de reportaje.
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El Pisuerga a su paso por Aguilar de Campoo |
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Llega San Miguel y nos ciega
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Y para despedida, un juego de palabras que viene a cuento: como logogrifo de la palabra "enigma" descubro la palabra "imagen". No puede ser casual: toda imagen fija encierra un enigma.