viernes, 21 de septiembre de 2018

Criaturita

En mi reciente viaje a Marruecos he conocido al escorpión dorado, habitante del Sáhara y otros desiertos de menor renombre, como el líbico, eritreo, palestino, israelí, etc., que él no sabe de fronteras. O las desdeña.

El campamento de jaimas en que pasé la noche y encontré a la criaturita

"Escorpión dorado" suena bien, pero más cierto es que se mimetiza a la perfección con su entorno: si la arena blanquea, él palidece; donde broten matojos azafranados, sus patas y pinzas ese matiz tomarán. El mío, huésped -como yo- en un campamento de jaimas turísticas, presentaba un adecuado aspecto bicolor, gris y tostado, acorde con la plataforma de cemento donde se alzaban las cabañas de material plástico, a unos quince centímetros de altura sobre la arena.

Otra zona del Erg Chebbi, en el Sáhara
Desde siempre me han interesado los escorpiones; de algún modo, su vida, su comportamiento, sus formas, me llaman la atención; incluso escribi un cuento en el que ocupan sexo y mente y donde los humanos actúan como entes míticos cargados de un veneno aun más temible. Como muestra de la atracción que suscitan en mí, valga esta frase tomada de "Danza de escorpiones" (Nocturnos, ed. Nazarí):

No precisan beber, por eso aman los desiertos. Saben en qué lugar duermen los volcanes y los buscan, para danzar, para aparearse sobre la tierra negra sembrada de granates. Les acucia el deseo, les duele el sexo. Y en la fresca boca de una mina abandonada se dejarán llevar por una lenta danza de dominio, de amor y de odio; una danza que ambos bailarán con los aguijones erguidos, amenazantes".
Quizás escribí sobre ellos porque había visto unos cuantos, en pedregales, casas deshabitadas, calderas volcánicas... Pero siempre se mostraron tímidos, huidizos, a la defensiva o en rápida retirada, a diferencia del Leiurus quinquestriatus que me persiguió con saña. Es su nombre oficial y en verdad que cinco estrías le marcan el abdomen, pues si bien no me dio tiempo a contarlas, sí pude percibirlas mientras corría. Había llovido casi toda la noche, aunque cueste creerlo... Mejor reinicio:
"En aquel rincón del Sáhara marroquí llovió casi toda la noche, mi incredulidad no detuvo el intenso chaparrón. También sopló el viento; la larga alfombra roja que conducía a mi jaima se descolocó y enrolló por obra de los elementos desatados; un escorpión "cincoestrías" perdido se refugió en el rulo alfombrero; amaneció, me levanté, salí descalza (¡es tan gustoso caminar a pie desnudo por la arena!), desayuné, regresé y, ya a punto de entrar en la tienda, se me ocurrió desenroscar la alfombra... ¡Nunca lo hubiera hecho! El Leiurus de cinco estrías no huyó, no se escondió, para no pisarlo salté por encima de él y corrí, pero él, aguijón erguido, salió corriendo hacia mis pies, ¡hacia mis pies! Me perseguía. Uno tras otro corrimos en apretado círculo, puesto que el espacio de antetienda sobreelevada no mediría más de medio metro cuadrado (50cm2) de superficie, tres, cuatro vueltas, hasta que decidí saltar a la arena... Decisión providencial, pues el asesino cambió de dirección para esconderse en las oscuridades de un farol de hierro. Al fin, salvada".

Más tarde, en el hotel-ryad, después de dar gracias a Dios y a todos los djinns del desierto, miré la Wikipedia para informarme sobre la furiosa criatura; así me enteré de su nombre y de algo más, algo que puede cambiar el sentido de la historia: los ojos les valen para situarse en el tiempo, por la luz de la luna, del sol, saben del momento, pero para cazar y defenderse se valen de un órgano que capta las vibraciones de las presas y de posibles depredadores. Sin duda mis pisadas producían vibraciones, corríamos en un corto círculo, luego... ¿quién perseguía a quién? ¿Puedo jurar en conciencia que él me perseguía? ¿Acaso no pudo pensar la criaturita que yo era la perseguidora? ¿En un círculo vicioso quién va delante y quién va detrás? En cualquier caso, me alegro profundamente de no habernos alcanzado.

Ese tacto suave de la arena en los crepúsculos

Dado que hubiera sido del todo inoportuno tomarle una foto, como comprenderéis a poco que racapacitéis en ello, queridos amigos, aquí os he incluido una de Internet y un adecuado enlace: https://es.wikipedia.org/wiki/Leiurus_quinquestriatus

El mío mostraba un tono más arenoso, no tan amarillo





lunes, 3 de septiembre de 2018

Los otros pobladores

Estoy cansada, preparando un viaje, ultimando escritos, organizando fotografías... De manera que acudo a un tema visual que ya tengo trabajado, el de "los otros pobladores"; me refiero principalmente a esas presencias habituales en cualquier núcleo urbano, en carreteras, transportes, y abrumadoras en las ciudades, pero estimulantes, quizá demasiado estimulantes. 

Granada

Madrid

Me llaman la atención: carteles, estatuas, fotografías publicitarias, dibujos... En su aspecto interviene de modo decisivo el azar, la mano humana, los meteoros cambiantes. Me gusta ver cómo se enturbia un cartel. O se desgarra. Cómo palidece la pantalla o el escaparate, la rapidez con que se sustituye la publicidad o la permanencia pesada de la piedra que se moja, se ilumina, se oscurece.

Granada
Granada


Madrid
Granada


















Nueva York

Madrid

En lo más sencillo, incluso en lo más pobre, acampa la belleza; en lo más solemne, la burla. Paseo, miro, fotografío y elaboro esas fotografías a mi aire, como mas me divierte. Y os muestro unas cuantas, por si también os divirtieran a vosotros.

Granada

 
Londres