No me gusta viajar en verano, ahora que puedo elegir épocas mejores, pero se me hacen largas las estaciones, corta la vida y necesario cambiar de aires, paisajes y ciudad, de manera que a Italia me he ido, a pesar de la saturación turística y de los calores propios de julio. Más exactamente, a un par de lugares de Lombardía, las ciudades de Milán y Bérgamo.
De Milán ya hablaré, la he sentido antipática, sembrada de tesoros pero también de mosquitos y ruido y sacacuartos. En cambio, la "ciudad alta" de Bérgamo me ha resultado deliciosa: tranquila y bellísima. Un conjunto bien armonizado, con ese crecimiento que deposita un siglo sobre otro, dejando a la vista el pasado, y un dominio admirable de la estética en cada detalle, incluso en los más prácticos. Rincones, plazas, chimeneas, rótulos... Nada desentona.
Quede claro que hay dos Bérgamo, la città alta y la città bassa; a la alta me refiero, a la alta corresponden todas las fotografías que ofrezco, en la idea de que merecen ser vistas. La baja no carece de atractivos, pero no encandila, no atrapa como su hermana, la amurallada.
Su fisonomía actual se la dio Venecia en el siglo XVI, cuando se la apropió y la rodeó con unos seis km de recia muralla que se conserva paseable y casi intacta, dado que nunca sufrió un asedio. En el recinto interior, la estructura urbana mantiene importantes rasgos medievales, como las plazas de mercados varios (de los zapateros, del heno, de las verduras) y las torres de vigilancia. Pero no pretendo escribir un estudio erudito, baste lo dicho para situarnos en una ciudad que a la belleza del pasado añade una manera exquisita de entender el presente: apenas circulan automóviles, cuenta con bibliotecas, colegios, universidades, teatro; está viva, no es un mero decorado, como ocurre en tantas otras que se alimentan del turismo.
Ciertamente no me explico cómo consigue pervivir limpia, impoluta, sin pintadas, sin tráfico, aparentemente libre de pobreza, con un turismo importante sin llegar a ser abrumador... No lo sé, pero resulta ideal para pasar unos días; además se encuentra entre valles prealpinos, rodeada de verdor, frondosa y húmeda.
1.Cúpulas y torres en el preciso momento en que comienza, o va a comenzar, la iluminación nocturna. Al fondo, la Ciudad baja. 2. Relieves prealpinos más allá de las colinas que forman y rodean la Bérgamo amurallada. 3. Pre-Alpes y atardecer desde la fortaleza de San Vigilio. 4. Viviendas, iglesias, palacios... Y la hermosa fronda.5. Casi de noche.
6. Pleno sol, negra sombra.
7. De frente, en primer plano, el Palazzo de las Raggione, ahora ayuntamiento |
8."Ventanas animadas" de ayer y de hoy. 9. Una mezcla sorprendente de frescos pintados hace siglos, arcos que ya no lo son, reflejos vibrantes -como si la pared de piedra se moviera-, ¡y un ojo! |
12. Uno de tantos rincones, especiales pero abundantes, en la città alta. 13. Ángel del Baptisterio. 14. La estatua de Torquato Tasso preside la Piazza Vecchia, junto al Café Tasso, bien conservado lugar histórico, donde se reunieron los voluntarios bergamascos que decidieron unirse a Garibaldi. 15. Una de mis debilidades: los ángeles, en especial si anidan en iglesias añejas (en este caso, la de Sant'Agata alle Carmine). 16. Antiguo palacio. Todavía lo es, además de casa de vecinos (fijaos en la placa del portero automático, a la izquierda de la columna).
17. Parte de la ornamentación exterior de Santa Maria la Maggiore.
18.Cúpulas de la Capilla Colleoni, cubiertas y torre de Santa Maria la Maggiore
19. Más angelotes, alrededor del sol.
20. Tramo de la muralla veneciana. 21. Engarzado a la muralla nos sonríe Hércules.
22. Ah, las chimeneas de Bérgamo... Me chiflan, diminutos palacios para los duendes del humo. 23. Vigilantes del ocaso.
24. Sencillas y diferentes. 25. Bérgamo, la frondosa en chimeneas.
26. La delicia de fisgonear detrás de las puertas de calle, o entrar en los vicoli, palabra de difícil traducción: callejuelas sin salida, a las que se pasa, a menudo, cruzando un arco. 27. De pronto asoma el reflejo de una galería de arte.28. Vista parcial de la Biblioteca Angelo Mai, en el palacio de las Raggione, situado en la Piazza Vecchia. Espacio espléndido, en el que se refugian miles de incunables, grabados, obras insustituibles.
35. Viviendas incrustadas en la muralla, en repliegues, contrafuertes, etc. En este caso, una consulta, como veréis en la siguiente imagen.