lunes, 13 de mayo de 2019

Peripecias de un nombre: Torcuato

El 15 de mayo se festeja san Torcuato, patrón de Guadix, lo que me recuerda la curiosa historia de su nombre. Me permito partir de un acertijo: ¿Qué relación puede haber entre Guadix y un galo que vivió unos 2400 años atrás y nunca pisó ni la ciudad ni las tierras de Acci?

Hablamos de un guerrero, un jefe celta (celta equivale a galo y a gálata), fiel seguidor de los usos bélicos de su pueblo, de cuya existencia y fin sabemos por numerosos historiadores romanos -Polibio, Lucio Anneo Floro, Orosio, Valerio Máximo y otros-, siendo Tito Livio quien mejor cuenta la anécdota y a quien sigo, si bien resumiendo al máximo:

Corre el año 361 a.C., los galos amenazan Roma, acampados a tan solo tres millas de la ciudad, al otro lado del puente sobre el Anio. Los romanos acuden a la defensa con un inmenso ejército, estableciendo su campamento en la otra orilla. Se suceden escaramuzas por la posesión del puente, ninguna decisiva, hasta que un galo de enorme tamaño, fuerte y altanero, avanza y reclama un combate singular con el más valiente de los romanos. Silencio tenso... Hasta que Tito Manlio pide permiso a su general para aceptar el desafío; lo obtiene y, armado de modo sencillo pero eficaz, sin detenerse en florituras fanfarronas -lo que, al parecer, sí hizo el galo- acaba con el retador en dos estocadas: una al vientre, otra a la ingle.

"Galo herido" o "Galo moribundo", copia romana de un original griego del siglo III a.C.
Cuentan los historiadores que los celtas combatían desnudos, algunos con peto, a veces con capa
corta, pero siempre con el torques, como éste que agoniza.

Contra lo esperado, el vencedor no se abalanzó sobre el cadáver para quitarle armas y joyas, únicamente, con elegancia, le arrebató el torques. ¿Y qué era el torques? Un ornamento distintivo, reservado en origen a dioses y héroes, pero que ya en el siglo IV a.C. portaban también los guerreros sobresalientes, jefes y sacerdotes. Consistía en un aro macizo, rígido y bastante grueso, de bronce o de oro, cuyos extremos no llegaban a tocarse, quedando como un collar abierto. Honraba a quien lo llevaba hasta tal punto que resultaba imposible quitárselo a ningún galo sin antes quitarle la vida.

El dios celta Cernunnos, señor de la regeneración, los animales, la virilidad.
Vemos que porta dos torques, uno al cuello y otro en la mano.

Tito Manlio, con todo derecho, se pone al cuello el torques ensangrentado: los romanos estallan en aclamaciones de las que surge unánime el apelativo Torquatus, que se otorgará como cognomen hereditario al vencedor; así, a partir de este momento, aparecerán numerosos Torcuatus en la historia de Roma, extendidos no solo por descendencia, sino también por matrimonio, adopción y manumisión.

Encontraremos, por ejemplo, un Tito Manlio Torcuato Imperiosus, un Tito Manlio Torcuato Parricida, y otros muchos de la misma gens; pero también un Junio Silano Torcuato (Tácito, Anales) y alguno más en los versos de Catulo y Horacio; todo esto sin agotar las fuentes... Hasta llegar a San Torcuato, fundador de la diócesis de Guadix. Por tanto sobran las referencias etimológicas a palomas (torcaz proviene directamente de torques), a "trocados" y a fantasías como Torgot o Toroguate o cualquier otro apelativo relacionado con el toro.

Un torques particularmente simbólico: a 
su forma típica añade la cabeza de 
carnero, propia de la serpiente sagrada
que el dios Cernunnos sostiene en la mano.
Pueden existir dudas sobre los Varones Apostólicos o sobre la figura histórica de San Torcuato, pero no existe ninguna sobre el origen -etimología- de su nombre.

No precisa la historia humana de misterios añadidos, bastante sorprendente resulta por sí misma, porque ¿quién le iba a decir al galo grandote y audaz que perdió la vida en lucha singular hace 2400 años que con su reto iba a proporcionar nombre a un santo, a un combatiente de una religión no nacida, ni siquiera imaginable en aquella época? Vueltas que da la vida. Peripecias de un nombre.



Tito Livio (59 a.C-17 d.C.) narra detalladamente el episodio "Torquatus" en el Libro VII de su "Historia de Roma (Ab urbe condita)".