martes, 10 de abril de 2018

Agradecida


Parecerá una tontería -y puede que lo sea- pero a mí concursos y revistas a menudo me sirven de acicate para trabajar, para forjar poemas, relatos y fotografías que, de otro modo, no se me ocurrirían nunca.

Me los tomo como juego, como deporte, me divierten y provocan la tensión justa para incitarme al trabajo de creación. Especialmente agradables me resultan las revistas on-line, dado que carecen de esa comprometedora y turbia competencia característica de los concursos, al tiempo que proporcionan lecturas varias, diversas, interesantes y gratuitas; por supuesto, no todo lo que se publica en red es bueno, pero nada impide elegir lo mejor, precisamente por su gratuidad y facilidad de acceso. En consecuencia, he decidido dar las gracias a los promotores de este tipo de publicaciones y, en concreto, a Carmen Hernández Montalbán, amiga y escritora, quien, de modo generoso y a pesar de disponer de poco tiempo, gestiona y promueve la revista "La Oruga azul", unida a la asociación del mismo nombre y a la actual revista "Hebra".

Gracias a ella -hará ya un año largo- rescaté de entre mis fotos a los árboles más expresivos, creando este curioso testamento y serie fotográfica:

Si tengo alma, si no muere conmigo, si llegado el momento decide reencarnar en otro cuerpo, le recomiendo que busque un árbol; tanto me da la especie, porte, lugar... Pero que sea sano y enteramente libre. "Asegúrate de que ninguna otra alma habita su tronco", le digo, "que ningún otro espíritu mueve sus ramas". Y, por si acaso, para prepararme, los observo atentamente, para averiguar su carácter, sus deseos, su alma escondida.







Y ahora, el pasado febrero, me motivó para componer este poema, que no me disgusta:

Me quedé sin palabras,
se me fueron cayendo por el camino
a través de los agujeros del corazón.

Porque mi corazón era un cesto
colmado de palabras
nacidas para ti.

Pero las perdí todas
antes de encontrarte.

Tanto miedo por tanto que decirte
y cuando al fin te hallé
supe que sobraba hablar de amor,
que tan solo debía regalarte mi silencio
y escuchar el tuyo.

Gracias, Carmen, y ¡adelante!