domingo, 1 de enero de 2023



Hoy, primer día del año 2023, me refugio en la felicitación: me felicito a mí misma y a quien me leyere, por seguir vivo y con capacidad intelectual, que no es poco. 

Al año nuevo le pido que disminuya el número de tontos y no hablo de ningún tipo de discapacitados, sino de tantas y tantas personas que creen saberlo todo o se sienten felices de no saber nada. Las hay, abundan, tanto entre clases ilustradas como deslucidas. ¡Dios mío, ilumínalos! Y de paso, envíame un rayito de luz que me ayude a escribir lo que quiero escribir.

Mientras llegan los rayos benéficos, ofrezco una serie de fotografías tomadas a finales de diciembre, en medio de la navidad y ya en invierno. No responden al tópico, sino a la realidad.

Reivindico el invierno:

Cargado de frutos, de curiosidad y observación, de agudeza que permite descubrir la vida donde parece no haberla. De impulsos súbitos y dulces goteos. Pleno de colores y juegos, no exento de tontunas, no necesariamente sabio. Buscador de belleza, en la línea, en la nube, el paseo... Y la sombra.


Frutos de Melia acederaque


Madroños (sin oso)

Acederaque y castaños de Indias


Donde menos se piensa


O nosotros observamos al chino

No las vi hasta que amplié la fotografía; muestran un mimetismo perfecto. Una salamanquesa -tal vez, dos- y cuatro lagartijas.

Fuente de Las Granadas

Cuarto Real de Santo Domingo


Colores de invierno, no solo de otoño


Colores de invierno


Aún sobreviven las hojas de algún que otro Gingko Biloba


Y se encuentran adornos navideños como este

Confusión de la falsa nieve, detrás del agua de la fuente



Sol en el bronce, bronce en el azul


Y la línea pura de una parra contra la piedra

Contranubes y hojas

El virtuosismo del yeso a la luz del mediodía
Cuarto Real de Santo Domingo


Y Mariana, cálida

Cuarto Real de Santo Domingo


¡Feliz año, feliz invierno!