martes, 17 de septiembre de 2019

Gabinetes de curiosidades

Gabinetes de Curiosidades, Cuartos de Maravillas, Cámaras de Tesoros, studiolos italianos... Me gustan, quiero uno, quiero dos, los quiero todos, son mi vocación recién descubierta. Toda mi vida he querido componer uno, aun sin saberlo; me decían los amigos, las visitas, "Tu casa -vuestra casa- parece un museo", cuando en realidad me hubiera gustado oír "Parece un Gabinete de Maravillas", pero no podían decirlo, lo comprendo, reconozco mis limitaciones: una excesiva sensatez, que padezco tanto como gozo, me ha impedido recoger y acoger despojos tétricos, tal que la soga de un ahorcado o una delicada calavera, variedad de objetos indispensable en una auténtica Wunderkammer.

De mi casa: el padre Ubú en plena digestión de unos judiones de
La Granja; estrellas cogidas en diferentes mares; cajita del siglo
XIX con relicario en libro diminuto; mineral de lapislázuli y turquesa,
escoria de Villaricos; libros de la colección Joya; etc.

Horror, transgresión de la normalidad, pasión posesiva. Afán coleccionista, pero sobre todo búsqueda de lo insólito, lo único, lo nunca visto. Comienzan los Gabinetes allá por el siglo XVI, ligados a la expansión geográfica, a la exploración del mundo desconocido. El de Felipe II fue la envidia de Europa, y se comprende: cada navegante se preocupaba de cargar piezas raras -animales, artefactos, seres impensados- como regalo para el rey. Dada la extensión inmensa del Imperio de España, la colección también creció inmensamente, instalándose en su mayor parte en El Escorial.

Habitualmente estas Cámaras de Maravillas se organizaban por secciones: scientífica, artificialia (antigüedades y obras de arte), naturalia, mirabilia... Pero Felipe II añadió a la suya una sección muy especial -y acorde con su talante-, la de reliquias. Sólo éstas y las pinturas se salvaron del incendio que devastó el Real Sitio en 1671; no es poco, pero no refleja el carácter ecléctico, fantasioso y exótico que caracterizaba al conjunto.

Corales, masa vítrea de Murano, fragmentos de estalactita, monedas griegas, envés de un naipe de una baraja que tiene como tema al Gólem de Praga, insignia de asistencia a Congresos del Partido Comunista de la URSS (Odessa Y Edesa).


Confesaba al inicio, y es bien cierto, que mi sensatez y cobardía me han impedido formar un Gabinete de Maravillas que merezca tal nombre. Igualmente podría culpar a la falta de espacio, y de dinero... Pero hay una razón más decisiva: mi incapacidad para convivir con seres desapacibles; por mucho que me atraigan, me apetece contemplarlos solo un rato, de vez en cuando; no podría, por ejemplo, enfrentarme cada día a un mono disecado, a una sirena embalsamada o a los estudios para retrato de Francis Bacon, por espléndidos que me parezcan.

Trilobites: uno de molde (el negro) y uno real; cerámica de Limoges; geoda encontrada por tierras de Campohermoso (Almería); cerámica cocida a la sal (una pieza pequeña pero de un azul exquisito); placa de mineral de hierro de génesis dudosa.

Mantuvieron su auge estas colecciones a lo largo de los siglos XVI, XVII y XVIII, transformándose poco a poco en museos, a los que pasó la mayor parte de sus fondos. Pero a mi entender también mantienen relaciones con las atracciones de feria, si no de procedencia, sí de semejanza. Aquellas ferias antiguas donde se mostraban monstruos vivos, principalmente humanos o semihumanos, sin olvidar los Circos,dedicados a los animales y rarezas varias. 

Imagen tomada de Internet,
correspondiente a Ferias de EEUU


Ambos, ferias y circos, suponen la democratización del monstruo, que pasa de constituir un objeto para disfrute exclusivo del poderoso y/o pudiente a objeto de disfrute colectivo, asequible al pueblo. Recordemos los parques de fieras y la cohorte de bufones -a menudo deformes- de que gustaba rodearse la monarquía.

Todo ha cambiado, formar gabinetes ya no está de moda aunque el coleccionismo sigue  vigente y continúa dando un toque de distinción, pero se coleccionan objetos en un solo campo, de un solo tipo: mecheros, fósiles, zapatos del pie izquierdo... No se emprenden colecciones que abarquen el mundo, que lo representen, que pretendan la tarea imposible de concentrar lo ilimitado en un espacio limitado. Y no obstante, los Gabinetes de Curiosidades o de Maravillas aún existen, alguno permanece, alguno he encontrado.


 Gabinete de Maravillas de Viktor Wynd. Yo distingo claramente la cabeza de un demonio; una concha de Pinna fragilis, una postal de pornografía victoriana, una maternidad en esqueletos...

El tema -la anomalía y su acumulación- da mucho de sí y lo retomaré más adelante, en otras entradas de blog, pero no quiero despedir este sin mencionar a Viktor Wynd y su Gabinete, auténtico, personal, tradicional, donde no faltan cuernos de unicornio, sirenas embalsamadas, un pájaro doctor, un cordero de dos cabezas, dibujos magníficos, llamativas publicaciones sobre sexo o magia, una rana princesa, máscaras de arte africano... Inabarcable. Disfruté lo indecible. Como sabéis, Londres es una ciudad muy completa, de atractivos múltiples, pero nada añoro tanto como esta creación de Viktor Wynd. Bueno, también los cementerios, pero este ya es otro tema.