viernes, 23 de marzo de 2018

Como el pan de cada día


Me decía mi tío Cristóbal al felicitarme el día 19, por San José, que al fin, a sus 85 años, ha comprendido el proceso que lleva a la arterioesclerosis, al ictus, a las embolias: 


No hay forma de huir, por más que lo intentemos, vivimos atrapados en la infancia

nada de colesterol ni tonterías semejantes. Son los recuerdos, con lo mucho vivido el organismo se satura de recuerdos, circulan por la sangre, abruman el cerebro, se depositan en los rincones y taponan la entrada al hoy. Esto es lo normal, pero lo malo acontece cuando se unen, se agregan unos a otros, se funden en un corpúsculo de elementos imprescindibles e inseparables. "Y si no, fíjate -remachaba- operan a uno de un ictus, con éxito, pero no dura más de dos años, porque ya no sabe vivir sin el gran coágulo de sus recuerdos".


Y la arena medirá recuerdo y gloria


Un par de días después, el 21,se celebró el día mundial de la poesía. Mi tío Cristóbal no aparecía en los créditos; claro que no es poeta, no poeta oficial, sólo es médico cardiólogo.

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