lunes, 21 de agosto de 2023

De Granada a Guadix en tren

 


1. Álamos sin prisas

No ahora, sino en un mes de febrero, aún con nieve en la sierra y luz intensa pero dulce, sin apartarme de la ventanilla. Así fue mi último viaje en tren de Granada a Guadix (y viceversa).

Bien está el AVE para largas distancias, pero el billete es caro y no sirve de comunicación entre pueblos; echo en falta la permanencia de ese tejido ferroviario que tanto costó construir y que llegaba a pequeños núcleos de población, ese que encuentro en otros países, a buen precio y de vasto alcance.

Me gusta viajar en tren; he pasado una enorme cantidad de tiempo en Correos, Expresos, Ter, Talgo... Quizá porque mi padre era de Renfe; así se decía: “ser de Renfe”, no “trabajar en Renfe”; pero de la familia ya hablaré otro día, baste hoy señalar que la circulación ferroviaria se reduce y que cada vez encuentro el horario a Guadix más insuficiente.

En cuanto pueda –cuando amaine el calor- repetiré el trayecto, pues para colmo he descubierto que me encanta el efecto de imagen borrosa, movida, que surge al fotografiar desde la ventanilla. Y los efectos de la luz al atravesar el vidrio sucio. Más los campos, la sierra, los cerros, las alamedas, y en especial los badlands, o malpaís, o relieves áridos que caracterizan el paisaje de la comarca de Guadix.

Si en esta España de mis desdichas se admitieran las nacionalidades múltiples, una de las mías sería la de accitana (junto a la granaína, madrileña, antusa, segoviana... y más). En ningún otro lugar he visto atardeceres tan bellos, eso a pesar de que los ocasos de Madrid resultan espectaculares; no olvido los increíbles matices verdes frecuentes en los cielos capitalinos, fenómeno que, a decir verdad, siempre atribuí a la contaminación, sin relación con los púrpuras majestuosos de la atmósfera serrana de Guadix.

Imágenes tomadas desde el tren, un ocaso guadijeño y un poema nacido en la torre de Santa Ana: eso os traigo.

2. Un poco apresurados


                                                3. Se mezclan, y me gusta.

                                     4. Saludan de cerca.

                                                  5. La tierra huye.

                                                       6. Luz de refilón.


                                   7. El vidrio de la ventanilla cambia ocasionalmente los colores.

                                                    8. La selva a un paso de las vías.

                                                9a. Badlands con los que permito jugar, como veréis.

                                                  9b. Este es el juego: ¿a que parecen olas?

 
         10. La sombra del tren en primer plano y una inesperada niebla al fondo.

                                              11. Indefinición mágica.

                                                12. Almendros de sombra larga.

                                                   13. Vacío y desorden.


                                                   14. Bien dispuestos.

                                             15. Tal vez campos de Diezma.


 16. Trabajo bien hecho.

                                                17. Visto y no visto.

                           18. Cuesta arriba (eso o que incliné la cámara).

                               19. Almendros, quizá cerezos, en franca huida.


20. Todo un mundo de cuevas.

Una vez expuesto el viaje, con sus coquetas imprecisiones, paso a la foto del glorioso crepúsculo accitano y al poema de amor:

21. En el centro, torre de la iglesia de Santa Ana.

Preámbulo de invierno

Se demora el sol en la torre de Santa Ana
antes de hundirse pensativo
en la arcilla de los cerros.

La noche, ya.
Digo tu nombre
y montañas de nieve
se me derriten en los ojos.

Caigo en el cansancio del sofá,
me desdibujo en la soledad de mi lámpara,
me refugio en la trivialidad tranquila
del mismo tren a la misma hora.

El pasillo, por siempre sonoro de tus pasos,
me conduce hacia ti, a nuestra cita,
a nuestra cama, donde te sueño.

Soñar contigo: vivirte con todos los sentidos.
Para esto sirve el día,
para dar paso a la noche: 
lo demás, mero preámbulo.

(De "Mortalmente vivo", 2014)


Sigo pensando que soñar, en su sentido más literal, es vivir. Al menos yo descubro mucho del mundo y de mí misma en mis sueños. ¡Felices sueños!













14 comentarios:

  1. Hermoso poema. Gracias, Josefina

    ResponderEliminar
  2. Bellísima y sensual poema; hermosas fotos. Gracias y besos

    ResponderEliminar
  3. Tu si que este un poema!!!
    Gracias

    ResponderEliminar
  4. Precioso poema y magníficas fotografías, tienes ese don de traspasar el papel con imágenes fantásticas y llenarlo de hermosas palabras .

    ResponderEliminar
  5. Gracias por tanta poesía, en tu poema, las fotos y en tu vivir.

    ResponderEliminar
  6. Alegra escribir y fotografiar cuando alguien como tú lo aprecia. Gracias.

    ResponderEliminar
  7. Excelente reportaje. Un desfile visual.

    ResponderEliminar