domingo, 1 de julio de 2018

Erik Satie et moi

Autorretrato en el que Erik Satie
traza su proyecto de busto escultórico.
Sin duda, sabía reírse de sí mismo.
Escuché a Erik Satie por primera vez en una película de Saura, Elisa, vida mía, una magnífica realización de 1977 que aúna sujetos que han desempeñado un papel fundamental en mi vida: Garcilaso y sus poemas evocadores de felicidad ya ida, como la égloga que comienza "¿Quién me dijera, Elisa, vida mía (...)?, Fernando Rey representando a un solitario padre, y en la banda sonora la Gnosienne número 3. 


(https://youtu.be/XDWRXvsEkL8, aquí la podéis escuchar).

No puedo ahora, por falta de espacio y pertinencia, contar en detalle las razones íntimas de la especial emoción que siento cuando leo a Garcilaso o veo vivo a Fernando Rey, pero sí me propongo trazar unas líneas acerca de mi relación con Satie.

Páginas de "Obertura", biografía-semblanza lírica pero extremadamente documentada con que colaboro en el libro "La caja de música de Erik Satie"
Tardé años, desde esta película del 77, en averiguar quién era ese músico que componía obras de nombre tan atípico; fui aficionándome a sus sonidos, empezando por las Gimnopedias (Gymnopédies) y las Gnosianas (Gnosiènnes), hasta llegar a leer sus escritos. Porque también escribía. De una forma extraña, diferente y lúcida, pues lúcido, diferente y extraño era todo en él. Tímido e irreverente. Irónico y digno. De corazón transparente y oculto.


Satie en su época de bohemio,
según retrato de Ramón Casas

No lo niego: lo admiro como músico, pero me impresiona todavía más como persona, aun siendo tan difícil conocer a quien no se ha visto de cerca. Sin embargo, si a su obra musical sumamos la imagen que de él nos ofrecen los muy numerosos retratos pintados y fotografiados e incluso su aparición en la película vanguardista de René Clair (en el ballet Entreacto); los comentarios y testimonios que de él dejaron sus contemporáneos; sus escritos, recogidos principalmente en Cuadernos de un mamífero y Memorias de un amnésico, sin olvidar sus diarios y correspondencia, de momento no publicados en español; sus miles de dibujos, normalmente de tamaño mínimo; su gusto por la caligrafía, plasmado en partituras y textos; sus anuncios en prensa, auténticas parodias críticas de las costumbres imperantes, aunque tampoco falten toques de fantasía pura... Más los acontecimientos de su vida, las peripecias de su biografía... Con todo ello podemos formarnos una imagen bastante completa, compleja y rica de quién fue Erik Satie, el incorruptible creador de belleza, el perenne buscador de sonidos, el  inquieto insaciable. El que se exhibe y se esconde al mismo tiempo, el que trabaja y se mueve entre los mayores artistas, en los cabarés más sonoros y luminosos, y sin embargo desarrolla gran parte de su obra a solas y a oscuras.


Uno de los dos CDs que componen el librisco

Recomiendo escucharlo, sí, pero también leerlo, aunque sólo sea en esta muestra (tomada  de Memorias de un amnésico):
Los "trepadores" distan con mucho de serme antipáticos. Tienen un sentido del movimiento que no es nada desagradable. Sólo el fin que persiguen me da que pensar y me preocupa (muy poco, en verdad). Sí...
Simplemente, me interrogo con delicadeza y me digo: ¿Adónde quieren llegar?...¿Llegar a qué?... ¿A qué hora?... ¿A qué sitio?... Y desconfío y temo por ellos. (...). 
Sí, pues en cuarenta años ya he visto trepadores, y los de mi época eran tan "astutos" como los actuales. ¡Pues sí! ... Todos -me oyen- todos han "llegado"... a nada, y a menos incluso.

Me identifico con sus palabras -¿quién no?- y ahora, pasados 41 años de mi primer encuentro con Satie, puedo decir que le conozco un poco. No por los lustros transcurridos sino por mi participación en un libro sobre él y su obra; por este motivo, he dedicado tiempo y esfuerzo a recopilar, leer y espurgar, en ediciones en papel y digitales, así como en Internet: ha valido la pena. Por el librisco resultante y por lo mucho que he aprendido.












La caja de Música de Erik Satie, librisco 
(libro, más 2 CDs), 
ed. Allanamiento de Mirada, Granada, 2018. 












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